Doce notas - Música y DanzaDoce notas - Música y Danza
 
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Doce Notas Nº 35 (ref1)


Febrero – marzo 2003

En portada: Los nuevos españoles 3. Alumnos del Colegio Miguel Tarradell, Barcelona, 2003. Foto © Kim Manresa, 2003



PVP: 3,00€

SUMARIO
6 Cartas a la directora

EDUCACIÓN

9 Diez años de reforma II: Música para todos. Elisa Roche
13 Dosier Música y Movimiento II. Fundamentos del uso del movimiento en la enseñanza de la música. Entrevista a Verena Maschat. Ana Alberdi
17 Alexander o la conciencia corporal para el aprendizaje del instrumento. Montserrat López
19 Música y movimiento de 4 a 8 años en las Escuelas de Música. Águeda Matute.
21 Danza educativa y recreativa. África Morris.
23 Redescubrir el silencio. Ana Rosa García del Fresno.
25 Cómo montar una función y no morir en el intento. Carmen Marcos.
27 Adolescentes, música en secundaria. Pilar Saúco.
28 Música extraescolar. Juan Dionisio Marín.
31 Opinión. Veinte diez (2010) todos bien. Pedro Sarmiento.
34 Las primeras. Mercedes Zavala.
35 En clave de estética, Estilo. José Luis Nieto.

INSTRUMENTOS
37 Entrevista a Joaquín Díaz. Gloria Collado.
40 Certificaciones para instrumentos de arco y cuerda. Jordi Pinto.
41 Las manos frías, A tono. Jaume Rosset i Llobet.
Noticias y novedades

Otras secciones
42 Música y medicina. Gestalt para músicos. Marisa Manchado.
43 Publicaciones: libros, partituras y discos.
50 Actualidad.
56 Crítica conciertos pedagógicos.
58 Agenda de Madrid
63 Agenda nacional
68 Agenda de Conciertos en familia.

Cuaderno de notas (en páginas centrales)
1 Primer Encuentro Europeo de Escuelas de Música. Lucas Bolado.
4 Encuentro de alumnos en Collado Mediano. Raquel Machín.
6 Josep Lluis Puig, una enseñanza científica y humana. Wen-Yu Ku
10 Cursos y concursos
13 Mordentes, Piazzolla y Stravinsky. Juan María Solare.
14 No me lo cuentes, cántamelo. Elena Montaña
15 Distribución y pequeños anuncios

EDITORIAL
La educación musical está de moda, al menos hablar de ella. Si comparamos la soledad con la que iniciamos la aventura de hacer de este tema el eje de una publicación viva (con excepción de alguna revista especializada), con el momento actual en el que la mayoría de los medios de información musical han convertido su “sección” de educación musical en la alternativa al hundimiento de la sección de hi-fi, e incluso alguno de los grandes medios de difusión abre su huequito al asunto, deberíamos sentirnos muy orgullosos del papel de pioneros si no fuera porque este creciente interés responde más a la necesidad de informar sobre el desasosiego del sector que sobre realidades estabilizadas.

Es cierto que la formación musical ha dado pasos de gigante, no hay más que comparar la realidad de esos brillantes intérpretes que ahora salen de las jóvenes orquestas, homologables hoy a la media europea, y alucinantemente superiores a lo que se producía en este país hace veinte años, con el panorama de hace tres lustros cuando nuestras orquestas se llenaron de músicos de otras áreas geográficas sin resistencia.

Pero el verdadero debate se sitúa en la función pública de la educación musical, en el derecho de cualquier ciudadano a conocer la música, con lo que además de cumplir una obligación cultural atacaríamos el mayor problema de nuestro país, la ausencia de una base de buenos aficionados capaces, por el peso de su opinión, de hacer crecer el nivel musical y, a su vez, enriquecer su vida con una de las experiencias más gratificantes que existen: el acercamiento a la música.

En ese debate somos pioneros y estamos orgullosos de serlo, pero estaríamos más contentos si fuéramos legión. En las páginas de este número, por ejemplo, el lector atento podrá detectar divergencias significativas sobre modelos educativos entre profesionales de gran calado. ¿Debe nuestro modelo educativo centrarse en dos planos, el superior altamente profesionalizado y el resto de corte amateur? O bien, ¿debe digerir mejor la articulación propuesta por el modelo de la Logse? ¿Y puede aún hacer bien esta digestión tras las agresiones que ha recibido este modelo por el actual gobierno? El debate está servido, se encuentra dentro de nuestras páginas y nos hace ilusión pensar que, en gran medida, lo hemos propiciado.